Altamirano en tensión: brutal levantón termina en muerte

Por Erick Gutiérrez Chiapasenlamira.com La madrugada del 7 de septiembre en Altamirano, Chiapas, no fue una más. Un oscuro grupo armado irrumpió en el silencio del pueblo. Dos vehículos Suburban se desplazaban con un propósito siniestro. Sin previo aviso, los hombres a bordo ingresaron a un domicilio, rompieron la paz de la noche con varios disparos y sacaron a la fuerza a tres hombres. La violencia que desde hace meses ha mantenido en vilo a este municipio chiapaneco volvió a mostrar su rostro más cruel.Las primeras horas del día avanzaron en un tenso silencio. Las familias de Altamirano, acostumbradas a caminar con cautela por sus calles, comenzaron a enterarse del brutal secuestro. Los rumores corrían de boca en boca: “Se los llevaron”, “los hombres iban armados”, “no dispararon para matar, sino para atemorizar”. El miedo, ese viejo conocido, se instaló en los corazones de todos.A las seis de la tarde, la realidad de esas primeras horas alcanzó su clímax de horror. Frente a las oficinas de la PAPICH en la cabecera municipal, los cuerpos de los tres hombres aparecieron sin vida. El espectáculo que dejaron los agresores fue brutal: los cadáveres mostraban evidentes signos de tortura, el sufrimiento estaba marcado en cada una de sus heridas. No fueron solo asesinatos, fueron mensajes de terror.El ambiente en Altamirano se tornó aún más tenso. Los bloqueos que ya complicaban la vida de los habitantes continuaron, y el miedo a un recrudecimiento de la violencia se volvió palpable. Los pobladores susurraban nombres, compartían teorías, pero uno se repetía con insistencia: el grupo 18 de Agosto. Algunos responsabilizaban al líder de esta organización por la desestabilización que sufre el municipio. La paz, si es que alguna vez había existido, ahora parecía un recuerdo distante.La tensión sigue creciendo. Las autoridades locales intentan mantener el control, pero la situación se les escapa de las manos. Altamirano se ha convertido en un polvorín, y cada día que pasa sin una solución concreta, la posibilidad de una explosión se vuelve más real.Mientras tanto, las familias de los tres hombres muertos lloran en silencio, y el miedo en Altamirano se convierte en parte del paisaje cotidiano. El eco de los disparos de esa madrugada aún retumba en los corazones de todos los que viven bajo la sombra de la violencia que no cesa.