Una amarga Navidad en el IAP Chiapas: el «humanismo» que no llega

 Una amarga Navidad en el IAP Chiapas: el «humanismo» que no llega

Una amarga Navidad en el IAP Chiapas: el «humanismo» que no llega

El Instituto de Administración Pública de Chiapas (IAP) enfrenta una crisis que trasciende lo económico, afectando profundamente la dignidad y los derechos de sus trabajadores. En un momento del año que debería estar marcado por la unión y el bienestar, la gestión actual ha transformado esta temporada navideña en un cierre de año amargo y en una cuesta de enero anticipada para quienes sostienen esta institución.

Bajo la dirección de Lissette Raquel Lameiro Camacho, los derechos laborales han sido vulnerados. Los trabajadores, en lugar de recibir los 30 días de aguinaldo que establece la ley, obtuvieron únicamente 15, un golpe que ha dejado a muchas familias al borde de la incertidumbre financiera. Como si esto fuera poco, el pago de la última quincena del año ha sido postergado hasta el 15 de enero de 2025, una fecha lejana para quienes dependen de su salario para cubrir sus necesidades más básicas.

¿Dónde está el humanismo que transforma?

La administración estatal prometió un «humanismo transformador», pero lo único que se ha transformado en el IAP es la estabilidad laboral en incertidumbre. ¿Dónde quedó el compromiso con el tan mencionado «es tiempo de mujeres»? ¿En qué momento las mujeres del gobierno actual se alinearán con las buenas prácticas de liderazgo y gestión que prometieron encabezar? La realidad muestra despidos y una insensibilidad alarmante hacia los empleados y sus necesidades.

Si bien es cierto que la crisis económica del IAP tiene raíces en la administración de Fernando Álvarez Siman, la incapacidad de la actual dirección para enfrentar y revertir esta situación ha dejado a los trabajadores desprotegidos y a sus familias sumidas en la incertidumbre. Lejos de actuar con firmeza y empatía, la gestión de Lameiro Camacho ha convertido al IAP en un ejemplo de todo lo que una institución pública no debe ser: insensible, ineficiente y ajena al bienestar de su gente.

Una reflexión necesaria

El IAP, que debería ser un referente de profesionalismo y excelencia en la administración pública, se ha convertido en un símbolo de precariedad y abandono institucional.

La pregunta persiste: ¿cuándo llegará el verdadero humanismo que transforme las instituciones públicas en espacios dignos, funcionales y comprometidos con quienes las sostienen?

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