Tapachula: Entre el Ánimo y la Desesperanza

 Tapachula: Entre el Ánimo y la Desesperanza

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A 100 días del inicio de la administración de Yamil Melgar Bravo, Tapachula sigue siendo una ciudad que enfrenta serios desafíos. Lo que alguna vez fue conocida como «La Perla del Soconusco» hoy parece perder su brillo, opacada por la falta de servicios públicos, la inseguridad y el abandono gubernamental.

La gestión municipal no ha logrado dar respuesta a las necesidades más urgentes de la población. La escasez de agua potable se ha convertido en una constante, con colonias enteras sin acceso regular al vital líquido. Mientras tanto, los recibos de agua llegan con aumentos desmedidos, sin que se refleje una mejora en el servicio. El Comité de Agua Potable y Alcantarillado de Tapachula (Coapatap) ha sido señalado por su ineficiencia, sin que existan soluciones concretas a la vista.

En las calles, el panorama no es más alentador. La basura se acumula en esquinas y espacios públicos, ante la incapacidad del ayuntamiento para mantener un servicio de recolección eficiente. Los camiones recolectores, insuficientes y en mal estado, reflejan el abandono de una ciudad que merece algo mejor.

El alumbrado público es otro de los problemas más evidentes. El parque central Miguel Hidalgo, el puente elevado del mercado San Juan y el malecón del río Coatán permanecen en penumbras, generando espacios propicios para actos delictivos. La oscuridad no solo simboliza la falta de atención gubernamental, sino también el temor que sienten los ciudadanos al transitar por su propia ciudad.

Pero quizá lo más alarmante sea la inseguridad. Asaltos, extorsiones y asesinatos se han vuelto parte del día a día. Los tapachultecos viven con el miedo constante de ser víctimas de la violencia. Mientras tanto, la presencia de fuerzas de seguridad es insuficiente, y las estrategias municipales parecen ser solo medidas paliativas que no atacan el problema de raíz.

La migración descontrolada también suma complejidad a la situación. Si bien Tapachula ha sido históricamente un punto de paso y refugio para migrantes, la falta de políticas públicas efectivas ha generado un ambiente de tensión social. La ausencia de coordinación entre los niveles de gobierno agrava esta problemática, dejando a la ciudadanía en medio del caos.

Yamil Melgar Bravo asumió el cargo con la promesa de transformar Tapachula. Sin embargo, su constante llamado al «ánimo» en redes sociales se ha convertido en una burla para muchos ciudadanos que exigen soluciones reales. La paciencia de la gente se agota, y la falta de resultados comienza a pesar.

A 100 días de su administración, es necesario que el presidente municipal escuche a su pueblo, asuma su responsabilidad y trabaje en conjunto con los gobiernos estatal y federal para enfrentar los retos de la ciudad. La retórica motivacional no basta. Tapachula necesita acciones concretas, planificación efectiva y, sobre todo, un compromiso genuino con el bienestar de sus habitantes.

¿Hasta cuándo los tapachultecos tendrán que soportar el abandono y la indiferencia de sus autoridades?

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